Por Wilfredo Augusto Callejas Rodríguez*
*Wilfredo es un Capacitador Aprobado por Rainforest Alliance en El Salvador.
En este mes de agosto hace más de diez años, pero menos de quince, comencé mi camino en la sostenibilidad, no sé porque parte del camino voy, porque todavía en el horizonte no alcanzo a ver el sitio donde llegaré y aunque no tengo muchos años de edad o al menos eso creo yo, aún no sé cuánto más voy a estar en este camino, además este es el mes en que mi madre cumplía años y este es el primer año que no estará con nosotros.
Cuando comencé a conocer la Norma para la Certificación, así se grabó en mi mente el primer año, no visualice que estaba en una causa ambiental, social y agronómica, pero estaba con grandes expectativas de un nuevo reto de un nuevo trabajo, que no estaba seguro, si mi formación como biólogo ornitólogo encajaba mucho con esto.
Con la visita a las fincas de café, comencé a entender cuál era el espíritu de la Norma para Agricultura Sostenible y lo que yo había visto como una amenaza, la agricultura, por el uso de los venenos, lo comencé a ver como una gran oportunidad de cambios en favor de la humanidad.
El concepto de sostenibilidad comenzó a ser la piedra angular en mi mente para la construcción de mi cajita de pensamiento, pero por supuesto debí aprender y desaprender muchas cosas, por ejemplo, aprendí que los ingredientes activos de los agroquímicos son los que se deben tomar en cuenta para el uso en las fincas y no si el color de la viñeta es verde o azul, a mantener cordial plática con los jornaleros de la finca o con el propietario, disfrutar como almuerzo frijolitos salcochados en una chenga (tortilla grande) o un exquisito almuerzo con carne, ensalada, postre y café, disfrutándolo sorbo a sorbo, en una hermosa casa de campo y un paisaje espectacular.
Tuve que desaprender que no es necesario revisar debajo de las camas buscando agroquímicos en la casa de los trabajadores que viven en la finca y esto me acuso que al principio lo hacía porque así me lo habían enseñado, pero entendí que no debía seguir siendo el auditor policía y más temprano que tarde lo cambie.
Recorriendo el camino crucé el rio y de pronto me encontré asesorando fincas que estaban certificadas o querían entrar a la certificación pude conocer el otro lado de la moneda, pero me dio la oportunidad de conocer las dificultades reales que pasan los agricultores, trabajadores y el enfoque que tienen de la sostenibilidad y la agricultura, con lo cual mi cajita de la sostenibilidad se amplió y me dio otra visión de la Norma para Agricultura Sostenible, entonces entendí que sin productividad no hay sostenibilidad. Aprendí que para alcanzar la sostenibilidad se debe cambiar el enfoque de ser puramente usuario de químicos a tener mente abierta y hacer uso de productos biológicos, orgánicos y minerales, mejorando la salud del suelo y fortaleciendo la anatomía y fisiología del cultivo.
Pero también aprendí que los productores quieren que se les premie por haber hecho el esfuerzo de estar certificados, pero que todavía no han aprendido a valorar, que el corazón de la certificación está en el aprovechamiento de las buenas prácticas que les permiten producir más a menor costo, porque la sostenibilidad no es un concepto es un estilo de vida, con mejoras continuas en favor de la humanidad.
Platicando acerca de la sostenibilidad, con uno de los prominentes productores de este país me contó el cuento de Mary, el cual resumo a continuación:
En el kínder la profesora dice a los niños que le digan que van a dibujar hoy, Luisito dice que el carro de los bomberos, Jorgito dice que el camión de su papá y así cada niño hasta que Mary dice que ese día va a dibujar a Dios, pero la profesora le dice, pero si nadie sabe cómo es Dios y la niña contesta cuando yo termine de dibujarlo ya todos lo conocerán. Así es la sostenibilidad si no la has buscado, practicado y aplicado nunca la conocerás, solo seguirá siendo un concepto, mi cajita creció otro poquito.
Siguiendo por este hermoso camino de aprendizaje, llegué a ser capacitador, ahora debía de aprender más, pues debía transmitir conocimiento, pero no solo eso, debía entender lo que hacía y decía, tratando de entrar en las cajas de pensamiento de técnicos, productores y trabajadores, este por supuesto ha sido el mayor desafío en este camino y el que me ha hecho entender que debo seguir aprendiendo cada día, aplicando el concepto de las mejoras continuas.
Ahora cada vez que me toca ir a una finca, observo, reviso, platico y evalúo, pero sobre todo disfruto del ambiente de la finca y de la plática con los trabajadores, si la plática, porque no los entrevisto hablo con ellos, a veces el inicio de la auditoria se retrasa unos minutos porque las pláticas se vuelven interesantes o los jornaleros gozan de alguna historia jocosa que me permito contarles, con lo cual me gano su confianza y la plática se vuelve más amena y siempre permito que ellos me pregunten, teniendo gratas sorpresas como la vez que una trabajadora me preguntó que si yo pensaba que la finca reunía las condiciones para la certificación, no siempre es posible establecer pláticas pero cuando se puede lo hago.
Uno de los temas que me encanta abordar con los encargados de las fincas, que son los que normalmente acompañan las auditorías, es el tema de la biodiversidad del suelo y como las coberturas verdes y las hierbas acompañantes, pues no hay malas hierbas, contribuyen a la fertilidad del suelo en complicidad con los microrganismos, me volví un agro biólogo, amplié mi caja de pensamiento sostenible.
Paralelamente y aunque crecí a la par de un bebedor de café, como era mi papá, fue hasta hace siete años que aprendí a disfrutar los placeres de una taza de café, disfrutando la dulzura de un bourbon honey, el sabor achocolatado de un pacamara o las notas cítricas de un bourbon salmón.
No sé qué otras experiencias disfrutare en este camino de la sostenibilidad, pero seguiré recorriéndolo hasta que la vida decida que llego el fin del camino, porque mientras tenga vida seguiré por este camino disfrutando, aprendiendo y compartiendo.
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