El banano es la fruta más popular del mundo y la base de una industria global valorada en $7 billones que le da empleo a miles de personas en el mundo. En las décadas de los 80 y 90, la producción de banano se expandió significativamente en las regiones tropicales, con bosques tropicales talados para dar paso a grandes monocultivos y utilizando enormes insumos de agua, fertilizantes y plaguicidas.
Paralelo a la creciente preocupación colectiva por las condiciones inaceptables en las fincas bananeras, Rainforest Alliance creó la primera norma para producción bananera sostenible en 1990. Para 1997, Chiquita se comprometió a certificar toda su producción bajo la norma Rainforest Alliance. Para finales de 2014, 1,665 fincas bananeras en 12 países están certificadas, abarcando más de 90,000 hectáreas de producción.
Un único estudio ha evaluado los efectos de la certificación RAS/Rainforest Alliance en la adopción de prácticas más sostenibles y sistemas de manejo más efectivos. En nuestro primer Reporte de Impactos resumimos este estudio y presentamos los resultados de un nuevo análisis sobre los cambios en las fincas bananeras a través del tiempo, usando la información disponible en los reportes de auditoría anuales.
En Ecuador, investigadores compararon el rendimiento de 10 fincas bananeras certificadas y 14 no certificadas de un tamaño similar, en referencia a 29 prácticas ambientales y sociales.
Para todas las prácticas con datos disponibles, las fincas certificadas tuvieron un mejor rendimiento. Estas prácticas incluyen:
— Crear zonas de amortiguamiento o barreras vegetales
— Tratar los desechos de agua antes de liberarlos
— Evitar el uso del herbicida paraquat
— Realizar análisis y diagnósticos de viabilidad antes de utilizar agroquímicos
— Mantener un registro de agroquímicos
— Capacitar a los trabajadores sobre el manejo de plagas
— Devolver los tallos de banano al terreno para mejorar la materia orgánica
— Desechar las bolsas de plástico de forma adecuada
Para entender mejor la adopción de más prácticas sostenibles en las fincas certificadas, realizamos un análisis cronológico basado en datos de las auditorías de certificación de 26 fincas certificadas en Costa Rica, Guatemala y Honduras. Identificamos todos los criterios en los cuales se presentaron no-conformidades durante la primera auditoría (de 2011 en adelante), para después darles seguimiento en las auditorías siguientes (hasta 2014) y determinar cuáles habían sido eliminadas al tiempo de la auditoría más reciente, en promedio 20 meses después.
En promedio, las fincas certificadas registraron 10 no-conformidades en su primera auditoría, con tasas de incumplimiento de 1-25% por cada uno de los 10 principios RAS. Al tiempo de su auditoría más reciente, el 82% de esas no-conformidades habían sido eliminadas.
Amplio impacto y resultados clave
Un único estudio examinó los resultados de la certificación Rainforest Alliance en fincas bananeras. Los investigadores trabajaron en Ecuador y evaluaron fincas certificadas y una muestra similar de fincas no certificadas, para descubrir que el rendimiento en las fincas certificadas era de 39.9 toneladas métricas por hectárea al año, comparado con 32.7 toneladas métricas por hectárea al año en las no certificadas.
Los autores del estudio atribuyen el alto rendimiento tanto para las fincas certificadas como para las no certificadas, al uso de fertilizantes y agroquímicos. Sin embargo, apuntaron que las fincas certificadas utilizaron estos insumos de forma más eficiente como resultado de las buenas prácticas aprendidas por los trabajadores durante el proceso de capacitación.
The post Cómo las fincas de banano certificadas lo hacen mejor que el resto appeared first on RAS | Red de Agricultura Sostenible.